martes, 21 de mayo de 2013

Un caso de acoso escolar. Consecuencias del bullying.

Tania es una joven madrileña de 14 años que sufrió el acoso escolar de una veintena de compañeros de su centro escolar durante dos largos años. Esta niña era acosada físicamente y verbalmente. Sus compañeros le pedían cosas (ropa, comida, dinero...) y en caso de que ella se negara, se lo arrebataban.
Tania no le contó nada a sus padres de que ella estuviera sufriendo estas agresiones, sin embargo, sus padres eran conscientes de que el comportamiento de ésta era extraño; no quería ir a clase pero no daba ninguna explicación del motivo por el que no quería asistir.
La presión a la que se vio sometida terminó en un intento de suicidio, por el que tuvo que ser ingresada en el hospital durante quince días. Y fue allí, en el hospital, donde confesó el calvario psicológico por el que abía estado pasando durante ese tiempo.
El padre de Tania, ante esta situación, decidió escribir una carta al director del centro para hablar de el problema por el que su hija estaba pasando. La respuesta del director fue que se trataba de una cosa de críos y que Tania debía enfrentarse al problema, y si lo necesitaba que diera una torta. Una respuesta vergonzosa tratándose del director del centro escolar, que en principio debía tener una buena trayectoria laboral y profesional.
La situación lógicamente no cambió y Tania, tras ser cambiada de clase y continuar siendo acosada por sus nuevos compañeros, renunció a volver al colegio. Tras ponerse en manos de un equipo especialista (psicólogo, orientador, pedagogo...), y junto a la ayuda y apoyo de sus padres, Tania vuelve a ir a un nuevo colegio y vuelve a sacar buenas notas.

Como pueden apreciar, tras leer el caso de Tania, el acoso escolar trae consigo una serie de consecuencias, tanto como puede ser en el caso anterior, como en la mayoría de los casos de bullying. Estas consecuencias se detallan a continuación.

Consecuencias del acoso escolar

Para la víctima: acarrea las consecuencias más directas. Éstas pueden desembocar en miedos, ansiedad, fracaso escolar, fobias e inseguridad.

Para el agresor: refuerza el acto de dominio como algo bueno y necesario. Este desafortunado aprendizaje, puede ser trasladado a otros ámbitos y servir como base para un futuro comportamiento delictivo.

Para los "espectadores": puede acarrear una no diferenciación y poca sensibilización ante las  situaciones de maltrato y sufrimiento.



Mingote, J.C. y Requena, M. (2008). El malestar de los jóvenes: contextos, raíces y experiencias. España: Díaz de Santos.

2 comentarios:

  1. los que acosan son unos idiotas y unas ratas sucias y asquerosasDios nos creó para vivir una vida sencilla y ser buenas personas, y con un sentido común. Yo jamás acosaría a nadie. Por sentido común. Hay que tener empatía con los demás

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    1. Hola lucía, en verdad este blog lo he creado para un trabajo de una asignatura que estaba estudiando, me alegra que me hayas escrito un comentario, veo que te interesa el tema, y estoy muy de acuerdo contigo en todo lo que dices, es un acto que, desde mi punto de vista, debería ser castigado y eliminado en todos los centros educativos. Gracias por tu comentario. Un saludo.

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